1. Introducción

El distrés, entendido como una forma de estrés negativo que afecta el bienestar físico y psicológico, se ha convertido en una problemática creciente entre los estudiantes de posgrado. Las altas exigencias académicas, la presión por la productividad, la incertidumbre laboral y las responsabilidades personales generan un entorno propicio para el desarrollo de síntomas como ansiedad, insomnio, agotamiento y trastornos del estado de ánimo. En este contexto, la psicología de la salud cobra un papel fundamental al estudiar cómo estos factores impactan la salud integral de los estudiantes y al diseñar estrategias de prevención e intervención. La intervención comunitaria emerge como una herramienta clave para abordar el distrés desde una perspectiva colectiva y contextualizada. A diferencia de los enfoques individuales, la intervención comunitaria considera los recursos, vínculos sociales y dinámicas del entorno educativo como elementos esenciales para promover el bienestar. A través de programas participativos, redes de apoyo y acciones psicoeducativas, se busca no solo reducir el distrés, sino también fortalecer la resiliencia, el sentido de pertenencia y la salud mental de toda la comunidad estudiantil. Así, intervenir desde una perspectiva comunitaria en el ámbito de la psicología de la salud no solo responde a una necesidad urgente, sino que permite generar un cambio sostenible que favorezca tanto el rendimiento académico como el desarrollo personal y profesional de los estudiantes de posgrado. El distrés en comunidades de estudiantes universitarios es una problemática multifacética que afecta no solo el bienestar emocional y psicológico de los individuos, sino también su rendimiento académico y su integración en la vida universitaria. Este tipo de estrés negativo surge como resultado de diversas presiones, incluyendo la carga académica, las expectativas familiares, las dificultades económicas, la adaptación a un nuevo entorno y las relaciones interpersonales. A medida que las universidades se han convertido en espacios altamente competitivos y exigentes, los estudiantes experimentan una creciente sensación de angustia, ansiedad y agotamiento, lo que puede traducirse en desmotivación, bajo rendimiento académico e incluso abandono de los estudios. Para abordar el distrés, los estudiantes implementan diferentes estrategias de afrontamiento, las cuales pueden clasificarse en dos grandes categorías: afrontamiento adaptativo y afrontamiento desadaptativo. (Barrientos, 2024). El afrontamiento adaptativo incluye estrategias como la planificación y gestión del tiempo, el establecimiento de redes de apoyo social, la práctica de ejercicio físico, la regulación emocional a través de la meditación o la respiración consciente, y el desarrollo de una mentalidad de crecimiento. Estas estrategias contribuyen a reducir la ansiedad y mejorar la capacidad de resiliencia ante los desafíos académicos y personales. Además, el acceso a servicios de orientación psicológica y el fortalecimiento de programas de bienestar universitario juegan un papel clave en la promoción de un entorno saludable para los estudiantes. (Freire y Ferradas, 2020). , el afrontamiento desadaptativo incluye comportamientos como la evitación de responsabilidades, el consumo excesivo de sustancias como el alcohol y la cafeína, la procrastinación y el aislamiento social. Estas estrategias pueden brindar un alivio temporal, pero a largo plazo agravan los síntomas de estrés y dificultan el proceso de adaptación al entorno universitario. Es fundamental que las instituciones de educación superior implementen políticas y programas que fomenten el bienestar psicológico de sus estudiantes. La promoción de un equilibrio entre la vida académica y personal, la creación de espacios de diálogo y la capacitación en habilidades emocionales son medidas esenciales para reducir el impacto del distrés. Asimismo, los estudiantes deben ser conscientes de la importancia de desarrollar estrategias de afrontamiento saludables y de solicitar ayuda cuando sea necesario. El distrés en comunidades universitarias es un fenómeno que requiere atención tanto a nivel individual como institucional. La forma en que los estudiantes enfrentan las dificultades determina en gran medida su éxito académico y su bienestar general. Fomentar estrategias de afrontamiento adaptativas y brindar apoyo continuo a los estudiantes es una inversión crucial en su desarrollo personal y profesional, garantizando así una formación integral y una mejor calidad de vida durante sus estudios de posgrado. (Cabanach y Fernández, 2018)

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